El sol es un arma de doble filo. Es fundamental para la vida y para nuestro bienestar, en dosis adecuadas tiene efectos muy beneficiosos para nuestra piel, ya que ayuda en la absorción de calcio, nos ayuda a producir vitamina D y mejora algunas alteraciones de la piel como la psoriasis, el acné o el eccema atópico.

Pero es indispensable saber escoger el tipo de protector solar más adecuado para nuestra piel, porque los fotoprotectores están clasificados según su SPF (Sun Protection Factor), que representa el nivel de protección solar que aporta, y que equivale al múltiplo de tiempo que podemos tomar el sol sin peligro.

Para calcular el que necesitamos, debemos multiplicar los minutos que tarda nuestra piel en enrojecer, por el número del SPF. Por ejemplo, una piel clara tarda unos 5 minutos en enrojecer, y con SPF de 10, lo haría en 50 minutos.

 

La línea solar GOLDEN CARESSE está concebida para las pieles más exigentes que precisen una protección rigurosa frente a arrugas, manchas y signos de sensibilidad. Tratamientos ultra-protectores anti-edad para combatir los efectos nocivos del Sol.

LOCIÓN SOLAR HIDRATANTE BI-FASE SPF30. Fotoprotector bifásico altamente hidratante, de acabado invisible, que evita la sequedad causada por el sol, la sal y el cloro, dejando un acabado aterciopelado en la piel. Su acción antioxidante frente a los radicales libres protege del proceso de fotoenvejecimiento cutáneo. Está indicado para el cuerpo.

 

ACEITE SOLAR BRONCEADO EXPRÉS SPF20. Aceite nutritivo, protector y acelerador del bronceado, extra ligero, que seca inmediatamente sin dejar sensación grasa ni pegajosa y proporciona rápidamente un tono dorado más intenso y luminoso que se prolonga en el tiempo. 

 

Aplicar el solar correctamente. Los expertos recomiendan aplicarlo 30 minutos antes de tomar el sol y renovar la aplicación cada dos horas. Y, muy importante, hay que tener muy presentes aquellos lugares que a veces olvidamos, como las orejas, los pies, la parte superior de la espalda… También es recomendable extenderlo de manera uniforme y siempre que nos expongamos al sol, incluso aunque ya tengamos la piel morena. El bronceado evita las quemaduras, pero no protege frente a los UVB ni bloquea los efectos de las radiaciones UVA y los rayos infrarrojos.